lunes, 24 de agosto de 2009

Soñar

Si no soñáramos al dormir, nos moriríamos.

¿Pero qué pasa cuando dejamos de soñar mientras estamos despiertos?

Mucha gente vive a expensas de lo que la vida les trae de paso y ya sea por pesimismo, por pereza o por falta de motivación dejan de persiguir aquello con lo que siempre han soñado. Tal vez dejen de verlo como algo que está dentro de sus posibilidades o simplemente no hayan tenido el apoyo suficiente para creer en aquello en lo que desean y luchar por ello.

Otros encuentran su forma de vida siguiendo unas necesidades predeterminadas en lugar de las suyas propias.

Pero sea como sea, todos tenemos sueños y aspiraciones. Todos nos emocionamos al pensar que aquello que tanto queremos lo podemos conseguir. Pero muchos a veces, nos negamos a aceptar esta realidad y simplemente nos mantenemos al margen de nuestros deseos.

En ocasiones algunos nos acostumbramos a vivir de esta manera. Nos conformamos. Y esperamos a que todo pase. Y la vida pasa tambien.

¿Qué es vivir?

¿Acaso no es luchar por lo que se desea? Disfrutar del camino hacia ello y nadar en la satisfacción de haberlo conseguido?...

¿Que ocurre cuando dejamos de soñar despiertos? Cuando dejamos de luchar por nuestros sueños...

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Soñar dormidos.

Cuál maquinaria de relojería es el cerebro humano. Infinítamente inteligente y preciso al milímetro.

El cerebro nos obliga a soñar. No nos pregunta si queremos hacerlo o no, simplemente nos lleva a ello. Soñamos todas las noches (recordemos en nuestra realidad consciente esos sueños, o no) de manera involuntaria.

Hay muchas teorías que explican el motivo de este suceso y de las terribles consecuencias de su falta. Unas hablan de una necesidad vital de satisfacer las fantasías que no podemos satisfacer en nuestra vida despiertos. Otras, de un sistema de conocimiento de nosotros mismos y nuestras necesidades a través de mensajes cifrados que nos manda el incosciente (cifrados porque éste no habla nuestro idioma consciente). Otros de un método de ordenación de todo aquello que vemos, oímos y sentimos cuando estamos despiertos y que tal vez despiertos no nos paramos a entender...

En cualquier caso, se dice que soñar es vital. Y que las respuestas a muchas de las preguntas que nos hacemos en la vida consciente se encuentran en los sueños que tenemos mientras dormimos.

Entonces, tal vez los sueños sean una consecuencia física en respuesta a nuestros deseos, sentimientos, necesidades o vivencias, que ocurre mientras dormimos porque es el único momento del día en el que nuestro inconsciente puede ser atentamente escuchado por el resto del cuerpo. El único momento del día en el que nuestro inconsciente y nuestro consciente hablan el mismo idioma.

Tal vez no es que 'si no soñasemos moriríamos' si no que no existe la posibilidad de vivir sin soñar al dormir. Sin que algo nos guíe de alguna manera y nos muestre al camino hacia lo que queremos o sentimos. Tal vez los sueños sean la brújula de nuestra vida.

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La voluntad (de vivir / de morir)

En este sentido, es apasionante como el cerebro humano funciona.

¿Cuántas cosas son capaces de regir nuestro camino en esta vida? nuestra fisiología humana, nuestro destino (esté o no éste en nuestras manos es un debate que ocuparía otro blog) o nuestra creencia en él, nuestros sentimientos y emociones, nuestras creencias. Todos ellos (juntos o por separado) nos rigen en esta vida para llevar a cabo una función.

Un ejemplo de esta maravilla que es el camino a la comprensión del sentido de la existencia, para mi, es la voluntad.

Es curioso como uno NO puede dejar de realizar el acto fisiológico e involuntario y vitalmente necesario de soñar (en este caso), respirar, parpadear, y muchas otras cosas sin las que no podríamos vivir. No tenemos opción a ello. Es algo completamente fisiológico que no tiene nada que ver con una decisión que podamos tomar o no. Pero sin embargo, uno puede ayudarse a dejar de realizar el acto involuntario de respirar, unicamente eso si, ayudándose externamente de algo y forzándose a ello. Es ahí cuando está iendo en contra del acto voluntario de vivir.

Uno puede, voluntariamente, llevar a cabo la decisión de dejar de vivir. Aunque no sea tan fácil como decir si o no.


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La mayoría de la gente quiere vivir. Estámos aquí para vivir. Nuestro cuerpo se rige en función de ello. Pero sin embargo, perdiendo la esperanza por la vida lleva a cabo la decisión de morir. Entran en un estado de desesperación tal en el que, no son capaces de discernir esa especie de "psicología interior" por la que ordena y rige el cuerpo humano. Ese principio de la vida que hace que la sangre fluya incesantemente por nuestras venas y que nuestra fisiología se encarga de sobrellevar con el único fín de sobrevivir. Y como si el cerebro se atrofiara o se desconcertara de tal forma que dejara de entender el sentido de la realidad y solo fuera capaz de encontrar en ésta la consecuencia última, deciden morir.

Es, tal vez, entonces cuando encuentran el error en la fuerza en la voluntad para llevar acabo la única solución que pueden encontrar y que casi misteriosamente a cualquier otra persona le resultaría imposible realizar.

Sin embargo, ahí no entra en juego el factor fisiológico, es decir: el cerebro no decide que debe morir y por ejemplo hace que la sangre deje de reciclarse o directamente como un aparato que deja de funcionar se muere. Se ayuda de una voluntad, de esa "fuerza" (tal vez debiera utilizar el término 'psicología') que nos lleva a cometer el acto desde el exterior hacia el interior. Nunca alrevés.

Decidimos usar algún objeto que nos ayude a suicidarnos. Decidimos saltar el puente porque creemos que la caída cesará nuestra agonía. Pero el cuerpo por si sólo no lleva a cabo ésta función. Se resiste a ello. Entonces, ¿a quién le consulta para realizarlo?

La capacidad de llevar a cabo el suicidio podría ser entonces un error fisiológico por ir en contra del sentido de las funciones de nuestro organismo. Pero sin embargo, en muchas ocasiones se lleva a cabo desde la voluntad. Tal vez, la particularmente nacida en respuesta a la incomprensión y consecuente desesperación por la incapacidad de organizar nuestros pensamientos, entenderlos, entender nuestro entorno y nuestra propia vida.

Surge entonces la pregunta de saber de dónde surge el error de nuestra voluntad para aclarar el principio básico de la misma. Si es algo que se puede tratar con la ayuda de un psicólogo especializado en nuestro problema, entonces sabemos que se trata de un problema de compresión y de la ordenación de los pensamientos y de los sentimientos. Si va mas allá y surge del mal funcionamiento del cerebro o de problemas psiquiátricos entonces habrá otras cosas que nos puedan ayudar, aunque en éste último caso la diferencia es que se trata de un problema ajeno a nuestra voluntad.

Sea como fuere, el suicidio va en contra de nuestra fisiología y necesita de una voluntad para llevarse a cabo (venga ésta del error al ahora de analizar nuestra situación o por su incomprensión, venga de la confusión producida por el mal funcionamiento del cerebro). El cuerpo por si solo nunca llevará a cabo esa acción si no tuviera algún problema o atrofio físico o mental. El cuerpo siempre lucha por sobrevivir.

Entonces pues ¿de dónde nace la voluntad que nos hace llevarlo a cabo?

Parece que sea algo que viene del exterior. De una convicción propia a través de un conocimiento que hemos ido adquiriendo del exterior y que tal vez no hemos depurado.

Esto me lleva a creer que la voluntad (de morir) nace de nuestro cúmulo de experiencias y pensamientos sobre lo que captamos. Proviene de lo que recibimos del exterior y se gesta en nuestro interior. De nuestras vivencias y de lo que hayamos aprendido de nuestras experiencias. Como las hayamos analizado, racionalizado, diseccionado. De aquí la importancia de pensar por nosotros mismos. Analizar el porqué de nuestros actos y nuestro día a día.

Desde la parte racional-consciente, el hecho de que surjan en nosotros conflicos que nos lleven a no entender el sentido de nuestra vida lleva a nuestra parte del cerebro-consciente a preguntarse porqué quiere vivir, y si nuestras experiencias no han sido consideradas lo suficientemente agradables, no las hemos canalizado, filtrado correctamente o racionalizado, que el cerebro le pregunte a nuestra voluntad consciente, entonces puede ser un grabe error.

Ésto ocurre siempre desde el lado voluntario y consciente. Mientras somos conscientes, mientras estamos en estado de vigilia, puede que el cerebro-consciente le pregunte a la voluntad consciente, porque ésta hablará su idioma más directo. Cuando estamos dormidos, es el inconsciente el que se comunica con el consciente, y no alrevés. Entonces se torna vital el hecho de encontrar el sentido correcto dentro de nuestra parte consciente.

Por el contrario nuestro organismo siempre decide vivir. No parece preguntarle a nadie. Y son esas ganas innatas de vivir que parecen provenir del interior las que mueven el día a día de todas la mayoría de las personas. Esa parte del organismo irracional, involuntario siempre se mueve en esa dirección. Continuar viviendo. Tal vez el organismo si sabe cual es nuestro sentido de la vida. Pero nuestra realidad consciente muchas veces inmersa en imágenes, palabras, textos, vivencias en ocasiones incomprensibles, etc., nos confunde y nos aleja de éste sentido. Necesitamos entender a nuestra 'voluntad-inconsciente' para 'vivir de día'. Y parece que en la mayoría de los casos así lo hacemos. Unos en mayor grado que otros pero así parece ser.

Si no, cuando no entendemos el sentido de nuestra vida ¿porqué vivimos? Si nuestras experiencias nos sobrecojen y hacen que nuestras emociones, como vendavales nos arrollen y nos hagan dejarnos llevar por la desesperación ¿porqué nuestro cuerpo sigue decidiendo seguir viviendo?

Desde el lado consciente, a veces encontramos en nuestros pensamientos un porqué que, aunque no nos convenza nos ayuda a sobrellevar la agonía (en la mayoría de los casos obviándola). Nos guiamos por costumbres, por actos que vemos en los demás y que a ellos les ayudan y consultamos en el exterior lo que se supone que debemos hallar en nuestro interior.

Parece que el ser humano se rige en la vida impulsado por dos lados. Su lado consciente y su lado inconsciente.

¿Cuál es el sentido fundamental de cada uno?

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Soñar despiertos.

Hay mucha gente que se ha cansado de soñar despierta.

Viven en su mundo de realidades incuestionables y no conciben la opción de luchar por sus sueños. Muchos en ocasiones no saben cuales son, tal vez pasa mucho tiempo hasta que deciden plantearselos. Otros los tienen muy claros desde el principio.

Sea como sea, soñar despiertos tambien parece ser algo fundamental.

Yo digo que 'si no soñamos cuando dormimos morimos, pero si no luchamos por los sueños que tenemos cuando estamos despiertos malvivimos'. No estaremos experimentando la vida al máximo.

Tal vez los sueños que tenemos cuando estamos dormidos nos hablan de los sueños que deberíamos tener estando despiertos.

La importancia de tener sueños por los que luchar al vivir es entonces incuestionable. Pareciera que encontrarlos es la parte más dificil. Muchos de nosotros a veces en este respecto nos sentimos perdidos. Así, tambien muchas veces me encuentro con personas a las que pregunto qué es lo que quieren de la vida y me encuentro un 'no lo se' por respuesta. Entonces les digo 'mira más adentro'. Porque si el ser humano se rige por dos lados en su conducta (el lado consciente y el inconsciente) tal vez sea un error que solo le preguntamos a uno de ellos. Tal vez estamos demasiado obcecados en la realidad más palpable y consciente que crece de forma imparable alejándonos de nuestra realidad más intrínseca impidiéndonos realizar nuestros propios sueños.

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Recuerdo cuantas veces me habrán hecho esa pregunta en el colegio. ¡Cuánto mal habrán hecho muchos profesores y profesoras a la sociedad!

La cosa era así:

El profesor o la profesora preguntan, '¿qué queréis conseguir de la vida?' o '¿qué queréis ser cuando seáis mayores?' Y la respuesta de la mayoría de nosotros, lo primero que se nos pasaría por la cabeza era decir: 'ser felíz'.

Era entonces cuando el profesor o la profesora de turno chafarían y chafan toda esperanza de superviviencia diciendo: 'eso no es una respuesta, tienes que decidir que quieres ser' o 'todo el mundo quiere ser felíz eso no vale, a ver ¿qué queréis ser?'. Entonces surge el conflicto (cuando lo más correcto hubiera sido decir algo así como 'eso está bien pero ¿cómo crees que puedes llegar a ser feliz? o ¿qué te hace feliz?').

Si, por el contrario, lo único que querían saber los profesores eran las vocaciones profesionales de sus alumnos entonces tendrían que plantear la pregunta de una manera muy distinta: '¿A qué te quieres dedicar cuando seas mayor?' Muchos alumnos habríamos dicho: 'no lo sé' y entonces, ¿qué hubieran dicho los profesores?

Para mi la respuesta 'quiero ser feliz' si vale. Si la damos simplemente por inválida estamos restándole la grandísima importancia que tiene al sentimiento de 'querer ser feliz'. Es el principio de todo, quitarle importancia es un grabísimo error.

Saber que se quiere ser felíz es el primer paso para encontrar dentro de uno mismo lo que uno mismo quiere de la vida. Siendo consciente de que quieres ser feliz, sabrás el camino para encontrar aquello que te hace feliz. Sabrás reconocer aquello que hace que te sientas así.

Cuando uno sueña despierto es feliz.

Luchar por nuestros sueños, es la auténtica vida. La que nace en nuestro interior y se expresa en el exterior y no al revés. Como el arte.

El arte nos hace sentir. Ser conscientes de nuestros sentimientos. Definirlos.

Es algo que solo el ser humano puede hacer. Nace en el interior y se expresa en el exterior.

Entonces el Arte es como un sueño hecho realidad. Algo maravilloso.


Por I. Morgades.

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