jueves, 20 de febrero de 2020

De la esencia al espíritu

En Madrid, a 20 de febrero de 2020.


Supongamos que el espíritu, es aquello que denota la presencia del ser humano.

Entonces sin espíritu, no habría presencia.

¿Podríamos ser así conscientes de nosotros mismos?

Si es que si, ¿la consciencia del espíritu dentro del cuerpo, se constataría a través de los sentidos?

¿El sentido además, y consciencia de nosotros mismos?

¿Cómo es eso posible si no se es consciente de los latidos del corazón por lo que hemos vivido a lo largo de nuestra vida y la memoria que esto ha producido en nuestro ser?

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La mayor parte de nuestro crecimiento, la pasamos indagando en lo que vemos, pensamos mientras oímos, sentimos, aprendemos mientras hablamos y las explosiones de sabores de las cosas que comemos. Reflexionamos, y creamos nuestra propia memoria o consciencia de nosotros mismos.

De todo esto somos conscientes gracias al mecanismo de reacción que nuestro aprendizaje y posteriormente la memoria produce en nuestro cuerpo. Siendo el riego sanguíneo, los latidos del corazón, los impulsos cerebrales reacciones directas de las experiencias de nuestra vida. Incluso me atrevo a decir que a través de esto somos conscientes de nuestra ideosincrasia.

Pero más allá de todo eso, podría ir creando una esencia o "algo" en nosotros, conformado a través de lo que vamos aprendiendo y lo que sentimos.

El problema del crecimiento de un espíritu, interrumpe cuando, algo o incluso alguien, provoca en nosotros consternación tal, qué nos impida restaurar el camino ya trazado.

Si es así, el control de nuestras emociones y nuestra trayectoria, no vendría legitimado únicamente por las experiencias que vivimos, si no por las experiencias que nos hagan vivir, consciente o inconscientemente.

Entonces, vivir en una realidad alterada al margen de nuestra propia realidad ya constituida, no solo puede provocar irrealidad si no, alejarnos de los latidos de nuestro espíritu.

¿Acaso este proceso no produce dolor?


I. Morgades