lunes, 4 de enero de 2010

Justicia Divina


Hoy, 4 de enero de 2010, principios de este nuevo año, he descubierto dos cosas que bien podrán definir el sentido de mi existencia al hacer que me plantee una vez más el sentido de todo lo que me rodea.

Hoy me enterado del fallecimiento de mi tía Olga.

Me estoy acostumbrando a la muerte ya que hace menos de dos meses también falleció mi abuelo Manolo.

Creo que hasta entonces. Para mí la muerte era algo que solo existía una vez habías muerto. Ahora es algo que está aquí, ahora.

Morir, puede ser para bien o para mal. En algunos algunos casos puede ser un alivio. Pero, cuando uno muere sin haber disfrutado de la vida, o sin haber encontrado algo al final del camino que haga decir: "esto lo hice bien" o "me alegro de la vida que he llevado hasta el fin"... entonces ¿qué sentido habrá tenido vivir?

¿Qué sentido tiene la vida cuando lo único que hace que tenga sentido es la muerte?

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Afortunada o desafortunadamente nunca antes había tenido demasiados encontronazos con la muerte. A pesar de que presencié la desgracia de mi madre por la pérdida repentina de mi tío Claudio yo era muy pequeña aún para apreciar el mal estar de la situación de forma contundente.

Mi abuela Juana, también falleció, pero de esto hace años ya. Acaba de venir de Guinea Ecuatorial y aunque su muerte fue dolorosa también fue, de alguna manera, previsible almenos para mi. Tuve la oportunidad de abrazarla una vez que había fallecido. No pudo hacerlo en su pueblo con dignidad, ya que tuvo que venir a España a que la curaran.

En cualquier caso, ninguno de estos dos fallecimientos fui consciente en el sentido de que me hicieran plantearme o pensar sobre la muerte.

No puedo decir lo mismo el día de hoy, ya crecida.

El 31 de diciembre de 2009 falleció mi tía Olga. Hasta donde yo se, no tuvo una vida fácil.

Por circunstancias, no tuve la oportunidad de conocerla mucho tampoco, pero eso no ha impedido que pensar en la pérdida de un familiar cercano pueda convertirse en algo desolador, en el sentido de que cuando miras a tu alrededor y no ves caras conocidas o cercanas dispuestas a tenderte una mano en tu ayuda sabes que los únicos que lo harán serán tus familiares, te conozcan o no.

Hoy estoy profundamente dolida. Sin embargo, este hecho no es el único que me ha traído hasta aquí ahora.

Una historia más, la de este hombre:


Esta es la historia de un hombre de 80 años. A punto de morir, se encuentra tirado en la calle en contra de su voluntad.

Se que hay mucha gente en esta situación en el mundo, pero hay algo en él que me resulta tan familiar. Tan cercano que no puedo evitar que me duela tanto como si de mi misma se tratara; y es que se trata de un hombre que no le importa a nadie pero que mucho menos le importa al gobierno. A cualquier gobierno.

NO puedo creer ya.

Me duele en el alma pensar que parece ser que, así es como en este mundo maldito, se concibe la dignidad de una persona. Echándola sin escrúpulos de su casa y mirando hacia otro lado.

Después de haber dedicado su vida y existencia, pueden llegar un montón de desconocidos llamados AUTORIDAD para echarle a patadas de su casa para dejarle en la calle, sin excusas sin soluciones. Porqué es posible.

Tal vez mañana la empresa de turno que llegue a plantar allí su semilla del mal nos de la respuesta.

¿A nadie más le parece esto desolador? Yo ya no sé donde buscar las respuestas ni que pensar...

Qué pensará este hombre de la vida antes de morir.

Qué pensarán los que le echaron de su casa antes de morir.

Qué pensarán las empresarios que donde estaba su casa plantaron allí sus empresas, antes de morir.

La muerte, nos llega a todos. Espero que allí encontremos las respuestas.

Mientras tanto y mientras viva.


I.