miércoles, 24 de marzo de 2010

Respuesta a Alberto sobre su comentario al texto: El lujo.

Aunque intentes ocultarlo lo sabes. No hay más palabras de alago que te pueda mostrar por cada respuesta que publicas. Sin duda ayuda. Y sin duda también, me quedo con varias de tus frases pero, empezaré por esta:

'Debido a las grandes desigualdades económicas, por desgracia el placer aún se considera un lujo, de los que uno no puede permitirse, por gran parte de la población de este planeta. Eso es algo que debería preocuparnos'

Me preocupa.

Sin embargo, son tantas las cosas que nos alejan de tantas otras cosas, cosas éstas que a su vez nos acercan a nosotros mismos, que adentrarnos en este inmenso mar de posibilidades, dudas, creencias y opiniones o verdades simplemente desborda. Lleva tiempo, paciencia y ganas.


Me preocupa el hecho de que disfrutar de la vida plenamente pueda ir quedando supeditado a las condiciones más superfluas, ajenas a lo que considero el potencial del ser humano.


Al parecer, todo aquello de lo que de verdad disfrutamos queda subordinado a la importancia que adquiere en un momento dado el 'método' o 'cómo' del disfrute, más que del 'aquello' en sí mismo o el resultado que el disfrute produzca en nosotr@s. Y en lugar de ser simple y llanamente el puente que nos impulse a ello, aquello, hoy en día, parece difuminar nuestra capacidad de apreciar el valor del disfrute en si mismo...

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Amigo Alberto, has puesto varios ejemplos a mi parecer muy dignos de ser considerados verdades de lo que considero el comienzo del auténtico conocimiento, enriquecimiento y/o desarrollo personal. Para algun@s podrán incluso parecer simples romanticismos carentes de sentido práctico ya que al fin y al cabo ¿qué felicidad -práctica- existe a la hora de respirar el frescor de la hierva mojada tras la lluvia en un mundo donde parece primar sobre todo, el valor de la cantidad de asfalto construido...

Pero ahí están. Y sin duda se convierten en las cosas que hacen que seamos capaces de percibir nuestra existencia.

Cuando dices:

Lujo es levantarse por la mañana, abrir la ventana y ver la luz del sol.
Lujo es sumergirse en el placer de las notas de una canción,
y rendirse a las emociones que ésta provoca.
Lujo es una brizna de hierba.
Lujo es mantener una conversación enriquecedora.
Lujo es poder compartir tus cimas y poder compartir tus valles.

pienso yo, ¡qué grandes palabras! ¡Cuántas emociones evocan en mi!... Y qué necesarias éstas. ¿En qué sentido son éstas importantes? Porque, si están ahí; si forman parte de aquello que nos constituye y nos (digamos) enciende (ya que aunque nace fuera, se aprecia dentro), tienen que significar algo en o para nosotr@s... Es decir, las cosas no están ahí simplemente por que sí. Tienen una razón de ser. Y es esa razón la que nos permite discernir el porqué de dichas cosas...

Cuando me emociono al pensar que voy a rendirme a las emociones que en mi una canción provoca, esto significa algo. Pero ahora mismo, lo que pueda significar solo me da para pensar en las consecuencias de aquellas emociones que ello en mí provoca. Es decir, ¡qué bien se siente un@ al escuchar las notas de una canción de la cual su más íntimo yo ya forma parte! Pero entonces... ¿ésto qué implica...? ¿Placer por el placer? (del que creo hablábamos en alguna de las entradas?) Pues bien, no seré yo quien defina los consecuencias de esto en cada uno de los que en sí lo sientan. Yo solo puedo hablar con seguridad de lo que yo siento, si acaso a veces ni eso.

Aquí encontramos pues, la diferencia entre aquello que en nosotros evoca ciertas sensaciones y aquello que simplemente no provoca esas sensaciones. Pensémoslo. ¿Qué hay comparable al sentimiento orgánico de respirar hierva mojada? Y ¿cuáles son las consecuencias de ésto? ¿Qué nos hace sentir y qué significa o qué resultados genera a posteriori ese sentimiento?...

Sin embargo, nuestra vida no se reduce solo a esos sentimientos o emociones o consecuencias de los mismos. En nuestra vida hay muchas otras cosas que de alguna manera pareciera que intentaran acercarnos a dichas sensaciones (realmente no se si estos son los vocablos correctos; pero ahí quedan a interpretación de cada un@ a falta de algo más genérico o concreto). Esa búsqueda constante del placer, ese hedonismo que mencionas, bien podría conseguirse si la naturaleza, en lugar de hacer de nosotros un constante buscador de las verdades, o de aquello que aleje fuera de nosotros las dudas que se generan 'en nosotros' (para -al parecer- así conseguir esa tranquilidad que se acerca al sentimiento generado tras respirar hierva mojada, pero esta vez de una forma no definitiva pero constante), nos hubiera convertido en simples vividores de éste tipo de emociones.

Bien, parece que eso es lo que somos (a parte de otras cosas): vividores de emociones. Pero de muchos tipos de emociones (sin embargo), que a veces incluso nos desbordan más que tranquilizarnos. Es decir, no somos simples hedonistas, y aún así al parecer eso queremos o buscamos. Nadie quiere sufrir. Pero sufrimos y disfrutamos...

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Querido Alberto, como ves, este es un tema complicado que atañe muchas cosas. Cosas que van desde lo que podríamos definir como la 'des-humanización' del lujo hasta las consecuencias de los derivados de ésto o sus por qué. Pero simplificando podría lanzar mi teoría´(así por las buenas) diciendo... La búsqueda del lujo pues, bien podría ser el reflejo materializado (por el conocimiento adquirido a lo largo de la historia) de aquello que ese mismo 'factor que materializa' (que bien podríamos llamar en términos matemáticos 'x') interpreta como aquello que en realidad buscamos, eso sí desde la materialización.

(Como ves amigo, realmente, este es un tema lleno de entramados, que intento desmenuzar poco a poco y sobre el que espero ponerte a ti y a los que puedan estar leyendo ésto al tanto, en futuras páginas)

Así, nos caracterizamos por intentar encontrarle sentido a las cosas y pareciera que hubiéramos llegado a un punto en que todas las cosas tuvieran sentido. El sentido que nosotr@s les demos. Curioso, porque como el perro que se muerde la cola, si las cosas tienen el sentido que nosotros les damos, ¿cuándo sabemos cual es su sentido auténtico si cada uno podemos darle un sentido?

Qué lío.

En este sentido me viene a la cabeza la teoría de que cuando a algo tienes que encontrarle un sentido, es que el sentido real de ese algo no tiene el sentido en si mismo que a él quieres darle.

El sentido de algo es. No se hace.

Así pues, siempre he creído que existe un sentimiento que nos une y nos identifica a tod@s. Un sentimiento que es eso en si mismo, y que parece no distinguir entre las diferenciaciones o adjudicaciones sociales creadas por el ser humano, sean estas relativas al ser humano o no.


Es el sentimiento de seguridad; pues solo cuando uno esta seguro de lo que ve, oye, prueba, huele o toca, sabe. El sentimiento de seguridad que produce saber algo no es necesariamente correlativo al hecho de conocer ese algo previamente. Pero si parece tener algo que ver con dejar de dudar (o, directamente no dudar) sobre aquello que se ve, siente, huele o toca.

Estamos seguros de cuando nos gusta algo y de cuando no..., de cuando nos duele. Lo sabemos.

Pero, muchas veces, ese sentimiento de seguridad se difumina entre tantas opiniones, definiciones y supuestas - añado - verdades ajenas a nuestra certeza personal que, casi SIN plantearnoslo desde nuestra más personal intencionalidad, llegamos a convertirlos en opiniones, definiciones y supuestas verdades propias, que así, ante otra persona, bien podrían ser relativas. Eso sí, ante otra persona, ya que ante nosotros mismos no hay verdades rebatibles, al menos no cuando estas provienen desde la certeza. Y así, digo supuestas porque, si esto fuera así, aquello que para mi pueda ser una verdad en un momento dado, para otra persona puede que no lo sea, y es curioso como puede llegar a convertirse en un conflicto de intereses, que una vez más desde la necesidad de una certeza como verdad única, vuelven a jugar su papel fundamental en nuestra trayectoria, creando su mundo de verdades y no verdades.

Sin embargo, personalmente y como he dicho antes, creo que nada está ahí porque sí. Y si a lo largo de nuestra historia han existido cosas que nos han alejado de nuestras certezas, tendrán su razón de ser y eso es algo que con tu ayuda, Alberto, y con la de todos aquellos ya aquellas que quieran participar podremos al menos intentar discernir, si así fuera.

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Entonces, realmente, ante tan amplio abanico de posibilidades provenientes de suposiciones, creencias y opiniones, ¿existe la posibilidad del consenso ante diferentes realidades? ¿Existe una verdad absoluta comprendida y sabida por tod@s?

Lo que para algunos, hoy, de un lujo pueda ser considerado un derecho venerado, para otros bien podría ser un insulto (con respecto a esos otros). A sí diferentes combinaciones de posibilidades.

Pues bien, si existiera esa verdad que nos alejara del conflicto, considero yo que sería más fácil encontrarla al margen de las interpretaciones que todos y cada uno somos capaces de dar sobre una única cosa y empezaría a descubrirse a través de las interpretaciones que la cosa en sí misma evocara en nosotr@s.

De gran ejemplo se torna aquí, el hedonismo del ser humano del que varias veces hemos hablado y la búsqueda del placer como método de supresión del dolor 'casi' por naturaleza, ya que pareciera que la búsqueda del lujo y el placer se hubiera convertido en una máxima cada vez más distorsionada de su epicentro. Pero, para desmenuzar la situación vayamos por partes:

Primero aclararé porqué he dicho 'casi', en tanto a la búsqueda del placer o hedonismo por naturaleza:

Si entendemos la naturaleza como algo perfecto (tema a discutir / definir, el de si la naturaleza es algo perfecto o no ya que ésto conlleva el hecho de en qué sentido la naturaleza es perfección o si la perfección es la consecuencia o resultado de ello), en el sentido de que cuyas reglas se rijan por unas leyes cuyos actos vengan estrictamente determinados por un fin, la 'búsqueda del placer como método de supresión del dolor' como fin constante del ser humano, parece (o no) suficiente para explicar el curso de nuestra historia, pero también parece estar determinado por los cambios a la hora de determinar el camino para encontrar dicho FIN CONSTANTE.

Por otro lado, si el ser humano se rigiera por la necesidad de placer en sí mismo, entiendo que, si así fuera; si lo único que nos moviera fuera el disfrutar del placer, nos bastaría con hacer sólo aquellas cosas que con el placer algo que ver tuvieran y dado que ya las conocemos (al menos algunas) viviríamos en el placer constante, y no en la constante búsqueda de placer. No existirían las cosas desagradables ya que, YA sabemos al menos algunas de las cosas que nos producen placer y en ellas nos recrearíamos, por lo tanto, en el caso de que ese fuera nuestro fin, ya lo habríamos encontrado.


Sin embargo, es curioso como nuestra propia naturaleza no nos provee con la capacidad de disfrutar constantemente como si de apretar una tecla se tratara. Nos lo impide, como haciendo que nos esforcemos por ello, como nos impide esas pocas cosas como, tener alas y volar por ejemplo, y sin embargo no nos impide construir aparatos que vuelen y nos lleven lejos (algo que parece ansiamos desde nuestros comienzos haciendo del avance tecnológico que facilite nuestra capacidad de confort y descubrimiento y movimiento). Construir aparatos que vuelen y nos lleven lejos. Por un lado, algo que no podemos hacer por nosotros mismos. Curioso. Por otro lado, algo que podemos hacer a través del desarrollo tecnológico; a través del desarrollo del conocimiento y de la capacidad de interpretación en nuestro entorno en beneficio del descubrimiento. (Punto interesante a destripar).

Descubrimos cosas que nos ayudan a, digamos, 'estar mejor' (algo que hay que definir Alberto).
Pero también a través de esos descubrimientos, desarrollamos esas cosas que descubrimos, para estar ¿más mejor? ¿Con qué fin? ¿Existe un fin? Exista o no, consistimos pues en estar mejor y mejor y mejor? ¿A qué precio?... Porque si el fin último fuera el estatus social en sí mismo (o lo que hoy entendemos de él) o el beneficio económico en sí mismo (por el placer que el beneficio económico pueda suponer); es decir, confort, lujos, supuestos placeres..., el lujo por lo material, el confort, lo ambiguo y descabellado y absurdo del placer por placer podría llegar a justificar las desigualdades de algunas personas con respecto a otras desde puntos completamente infrahumanos.

Pero ese último 'punto interesante' también me sugiere un otro sentido.

Observamos que últimamente más que nunca antes, son muchos los comentarios de personas conocedoras del tema del tipo: 'el dinero no da la felicidad', 'más dinero más problemas...', o incluso oímos de casos de personas cuyo poder adquisitivo las ha llevado la absoluta desesperación...

¿Entonces qué pasa? ¿Porqué para algunos el lujo tumultuoso supone felicidad y para otros no? ¿Qué los diferencia? ¡Los que lo saben qué hablen!

Pues se trata este de un tema largo...

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La naturaleza.

En mi opinión quizá exista algo que pueda poner un poco de luz al respecto. En mi opinión.

Observemos las circunstancias de la historia desde un otro punto de partida o de vista. Esto es:

La búsqueda del confort y del desarrollo constante a través del descubrimiento de la capacidad de conocimiento intelectual. Y no al revés (lo que vendría siendo: la búsqueda del confort y el descubrimiento constante a través del desarrollo del conocimiento intelectual).

Así a simple vista ambos parecen iguales, sin embargo surge una sutil diferencia a mi entender...

El caso segundo, parece indicar que es el desarrollo del conocimiento intelectual lo que genera el descubrimiento, con lo cual, en éste último caso, el descubrir (o no) algo vendría determinado por nuestra capacidad intelectual... cosa que no parece en apariencia posible teniendo en cuenta que, aparentemente, nos hemos ido desarrollando a lo largo del tiempo sin saber tanto como podamos saber ahora. Pero, sin embargo, se da el caso de que el desarrollo intelectual parece haber ido a lo largo del tiempo detrás del descubrimiento (como anuncia el primer caso), y no al revés. Es decir, no ha sido nuestro razonamiento el que nos ha llevado a descubrir algo, sino el descubrimiento de ese algo (la acción de esa circunstancia en sí misma) la que ha abierto las puertas y nos ha llevado al análisis de la misma situación y al consiguiente desarrollo hacia esa supuesta búsqueda del confort. Si fuera al contrario, significaría nacer siendo completos superdotados que sabrían más que aquello que les precediera o continuara... Me explico.

En el primer caso, es la búsqueda del conocimiento la que pone en nosotros la capacidad de discernir el beneficio (o no) del descubrimiento. El descubrimiento y la capacidad de conocimiento intelectual parecen ir de la mano entonces para obtener un resultado. El segundo no se da. Y sin embargo se da, pero alejado de esta primera teoría es decir, fuera de ella.

No se da el razonamiento -a priori- del descubrimiento y si se da, se aleja de aquello que se da en nosotros mismos y sin que aparentemente mediemos en ello (como lo hacen, o se dan en nosotros las impresiones recibidas por ejemplo de la naturaleza, diferentes situaciones no generadas por nosotros, pero que sin embargo reconocemos en nosotros). ES decir, la razonamos para interiorizarlo y no al revés. Como en el primer caso. (...).

Las consecuencias de ésto pueden ser varias.

Entonces, un ansia casi inconsciente por descubrir ciertas cosas parece mover nuestros pasos. Parece ser el motor de nuestro desarrollo del conocimiento. ¿En qué lugar queda el placer? No se... el placer tal vez solo sea la guinda que amenice el proceso... O el motor que nos haga asimilar el camino de nuestras circunstancias. NO se, conjeturas.

Así pues, sabiendo que el lujo no da la felicidad (pero según algunos otros ayuda - factor por ello a definir-), en este sentido, la búsqueda del lujo material como 'summun' único de nuestra existencia, personalmente me parece algo ambiguo o arcaico, ya que supone límites, y el desarrollo del conocimiento intelectual no parece adivinarlos ni de lejos.

Esto es algo que habremos de seguir desarrollando. Lo del suponer límites.


Un abrazo amigo.

I.

7 de mayo de 2010