miércoles, 3 de marzo de 2010

El Lujo.

Si buscamos la definición de esta plabra en el diccionario encontramos varias definiciones de las cuales, algunas bien representan lo que en este caso me interesa escribir.


Lujo:

1. m. Riqueza, suntuosidad: vive en el lujo.

2. Abundancia de cosas no necesarias: me lo explicó con todo lujo de detalles.

3. Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo: es un lujo para mí.

4. Cosa muy buena o extraordinaria: recibir a un invitado tan excepcional es un lujo para nosotros.


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Me centraré sobretodo en la 1ª y la 3ª ya que, soy consciente de que el mundo de las definiciones parece haberse convertido para mi en algo, aunque sea minimamente, subjetivo.

Dicho esto, es curioso observar que much@s de nosotr@s, si no tod@s, en un momento dado hemos tenido la oportunidad de rodearnos de cualquier cosa que bien podría ser considerada un lujo en un momento dado (tenga esta un valor económico o no), si tenemos en cuenta las cuatro anteriores deficiones, y sin embargo, pareciera que los lujos más valorados y/o reconocidos en terminos, digamos, sociales como aquellos que, siendo el interés de la sociedad en ellos directamente proporcional a su precio, se convierten en inaccesibles para la gran mayoría, siendo subceptible a convertirse en esta deficinición, casi cualquier cosa que podamos imaginar.

Una vez más, así, cosas que antes no tendrían porqué tener un valor económico o que, bien podrían ser adquiridas de forma gratuita, se convierten en inaccesibles y reservados a unos pocos, es decir, en lujos.

Entonces, ¿qué es lo que convierte a los lujos en lujos? Es decir, cuál es su sentido más extricto y en qué nos basamos para considerarlos más o menos interesantes.

Antes de nada, dejaré claro que mi definición de interesante es aquello que por ser considerado provechoso (es decir, de beneficio o utilidad) se convierte en objeto de atención. También he de dejar claro que cuando digo beneficio no se trata unicamente de un interés personal en beneficiarme a mi misma sino al ser humano en su conjunto ya que yo sola en el mundo probablemente no pinte nada.

Entonces, dicho esto. Veamos.

Encontramos aquí una diferencia abismal entre un tipo de lujos y otros si, pero una conclusión en su definición común, y parece esta tratarse de un factor económico.

Hemos dicho que los lujos económicos, en su significado según lo acabamos de definir más arriba, poco llegan a diferenciarse en conclusión de los lujos que por su inaccesibilidad se han convertido en vitales. Como por ejemplo, el agua en determinados países de el mundo.


Sin embargo el agua es un tipo de lujo absolutamente necesario para nuestra supervivencia. Ni que decir tiene. No siendo así por ejemplo, un televisor de plasma de 62 pulgadas que nos permita ver a Ana Rosa Quintana en tres dimensiones. Eso es algo que puede ser muy tentandor pero que en los países donde el agua no es accesible por carencias en la infraestructura por ejemplo, puede seguir siendo sorprendente pero no así necesario o productivo (siempre y cuando no vaya acompañado de otro tipo de ventajas, como por ejemplo una televisión de calidad y accesible).


Entonces, parece estár claro que estas necesidades convertidas en lujos, dependerán por un lado, de la situación en la que nos encontremos o del país en que vivamos.

En los países conocidos como desarrollados, el agua no es un lujo, al menos por el momento. La calefacción... bueno, la calefacción últimamente más o menos. El alimento... bueno, el caro si (las marcas blancas siguen siendo accesibles, a veces), etc... En los países conocidos como desarrollados exiten, además, otro tipo de cosas consideradas como lujos. Normalmente se trata de objetos cuyo valor económico se escapa del poder adquisitivo de la mayoría de las personas de aquellos países y, el interés de las personas en ellos es, digamos, más bien lucrativo y/o recreativo.


Lucrativo, porque aquellos cuya capacidad económica excede sobremanera los niveles considerados primarios-necesarios, saben que por lucrativo se entiende aquello que produce una ganancia económica de manera colateral o, un provecho económico añadido. El agua, te la bebes y se acaba su provecho. La calefacción te calienta y una vez que tienes calor, se acaba su provecho, y aunque sigue estando ahí la necesidad, su valor no es, digamos, re-vendible ya que se evapora. Pero algo lucrativo es algo cuyo provecho se extiende más allá de una necesidad concreta en un momento determinado, perdurable en el tiempo. Pero, si ha esto le añadimos un valor económico elevado, nos hayamos ante la circunstancia de haber convertido un objeto que dura en el tiempo, en algo económicamente lucrativo, es decir, económicamente rentable.



Por ejemplo: imaginemos un yate, impresionante, con su piscina interior, sus interirores de cuero, marfil y remates de oro blanco, su minibar de lujo, sus habitaciones de escándalo, etc, etc, etc... Tentador ¿eh? Seguro que si. Pues bien, para algunas de las personas de alto poder adquisitivo realmente, el máximo exponente del valor de este adorado objeto se haya en el hecho de que una vez adquirido, su gran valor económico se sigue manteniendo. Si no fuera así, su valor sería únicamente recreativo y gastarse cantidares de dinero excesivas en ello sería algo a considerar con detenimiento. Mas bien una opción más correcta en este caso sería su alquiler expontaneo.


Sin embargo, muchas personas (ya tengan poder adquisitivo o no) no son conscientes del sentido primario de la necesidad de existencia de este tipo de objetos, y en lugar de verlos además como valores económicos perdurables en el tiempo, se limitan ha convertirlos únicamente en valores de interés recreativo. Lo cual me permitiré el lujo de considerar una absoluta pérdida de tiempo cuando de ello se hace un estilo de vida, siempre que haya otras necesidades que cubrir, ya sean intelectuales, personales, emocionales, físicas, sociales...

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Según esto pareciera entonces que en la sociedad conocida como desarrollada, el sentido más estricto de la apreciación del lujo es económicamente lucrativo y/o recreativo. Gastar dinero de forma lucrativa parece la opción más interesante. La forma recreativa también, en el tipo de sociedad en que vivimos pero, sin embargo no parece la más rentable para el que lo gasta, ni la más productiva.

Pero también parecen existir dos tipos de lujos bien diferenciados segun la sociedad en que nos encontremos, entiéndase bulgarmente como 'desarrollada' y 'no desarrollada'. Por un lado estan, los lujos económicos (no de vital importancia y dificilmente accesibles por la existencia de un deficit económico) y por otro los lujos adquisitivos (de vital importancia y difilmente accesibles, sobretodo por una carencia infraestructural considerable).

Así, de forma lucrativa, muchos de los segundos se están conviertiendo en lujos económicos: la vivienda, la calefacción, el transporte, el alimento, e incluso el agua, están alcanzando precios que para muchos empiezan a ser inaccesibles, en los países desarrollados. ¿Cuál es la conclusión?

Otra diferencia estre los segundos y los primeros es que, uno no se considera afortunado por tener la posibilidad de adquirir una vivienda a un precio desorbitado cuando realmente no tiene la capacidad económica de adquirirla si no es con ayuda de un financiador externo al que deberá dinero casi de por vida. Tampoco se siente afortunado por tener acceso a un carro de la compra que se ha convertido en un problema económico más que una solución por su desorbitado precio... Tampoco lo hace al pagar las facturas por servicios que a estas alturas bien podrían ser considerados primarios, bien por nuestra supuesta capacidad real de desarrollo, o bien porque llevan con nosotros siglos y a través del tiempo se podrían haber encontrado soluciones para que su adquisición dejara de convertirse en un problema: luz, agua, teléfono... Cualquiera hoy en día puede conseguir agua gratis. O luz. Ya sabemos cómo.

Observamos entonces, que este tipo de trabas económicas empiezan a suponer verdaderos problemas de desarrollo hacia delante en la sociedad. Y llendo más allá, en el desarrollo de la capacidad de desarrollo del ser humano.

Perdemos más tiempo intentando ver como sacar más dinero de la factura de la luz o de como pagarla, que si nos apartásemos del problema para preocuparnos de otras cosas que nos permitieran avanzar intelectualmente y como socidedad.

Este tipo de conclusiones me lleva a pensar en qué tipo de prioridades son las que anteponemos a las verdaderas y auténticas necesidades de nuestra existencia. Tanto como el agua podría ser cualquier otra cosa que, al no ser tenida en cuenta como privilegio económico, no se aprecia su valor.


Al parecer en vez de ir hacia delante optamos por lo más rentable que es ir hacia atrás como los cangrejos.

1 comentario:

  1. De nuevo un tema sin desperdicio.
    Fiel a mi cita en este "dialogo".. Destripemos el lujo.

    El diccionario me parece un buen punto de partida para acercarnos un poco más a este concepto, pero el lujo siempre tendrá cierto carácter subjetivo, en la medida en la que siempre será de-finido y de-terminado de acuerdo a una escala de valor, que dependerá del entorno social, económico y cultural en el que nos encontremos. Por lo que he leído, es un supuesto que tu también has tenido en cuenta y estoy de acuerdo contigo.

    Además, creo que es uno de esos conceptos "trampa", que encierra connotaciones positivas y negativas al mismo tiempo. Si tú te has centrado en la primera y la tercera definición, me apoyaré yo en las otras dos para ilustrar mejor ésto que digo.

    Entiendo el lujo como algo negativo, al modo de la segunda definición, en la medida en la que representa lo superfluo, y comprende aquellas cosas que no son de primera necesidad. Seguro que recuerdas cuando en un texto anterior hablábamos de la pirámide de necesidades. Estas necesidades primarias o fisiológicas no serían consideradas un lujo, pero todas las demás sí. Cualquier persona en Europa o EEUU pensaría que es una estupidez considerar el derecho a la propiedad privada como un lujo, pero esas mismas personas se sorprenderían de lo que piensan sobre ello en China o en Cuba. Para acercarnos a su esencia, debemos universalizar el término, y eso implica dejar de lado la carga de significado que ha adquirido en la sociedad occidental.

    Pues bien, sobre todo guardo cierta simpatía con la última definición, esa que se refiere al lujo como aquello que nos proporciona placer o es motivo de alegría. Quizá pueda pecar de hedonista, pero creo que la búsqueda del placer es algo natural e intrínseco a todo ser viviente, y representa una manera de somatizar la conciencia de nosotros-mismos y de sentirnos vivos. Debido a las grandes desigualdades económicas, por desgracia el placer aún se considera un lujo, de los que uno no puede permitirse, por gran parte de la población de este planeta. Eso es algo que debería de preocuparnos.

    Como bien dices, en cualquiera de los casos que ambos mencionamos, el carácter económico del lujo siempre subyace y se hace muy difícil hacer ambas cosas independientes. Sin embargo, desde aquí me gustaría hacer un esfuerzo por desligarlos. Para mí, el verdadero lujo está en las pequeñas dosis de felicidad que encierran las pequeñas cosas. Y estas no están necesariamente unidas al valor económico.

    Lujo es levantarse por la mañana, abrir la ventana y ver la luz del sol.
    Lujo es sumergirse en el placer de las notas de una canción, y rendirse a las emociones que ésta provoca.
    Lujo es una brizna de hierba.
    Lujo es mantener una conversación enriquecedora.
    Lujo es poder compartir tus cimas y poder compartir tus valles.
    Para mi, ésto es un lujo.

    Con cariño.
    B

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